sábado, 19 de mayo de 2007

En el Sanatorio.

Ahí estaba, rumiando su amargura, incapaz de ser feliz. Con la mirada fija en la ventana, sin poder decifrar qué miraba, si las flores o su reflejo en el cristal y se decidió por su reflejo, pensando en lo vacío que se veía aquel reflejo que ni siquiera recordaba a quien ocultaba. Luego veía como el sol que entraba por la ventana proyectaba su sombra en el piso de la habitación, más que una sombra parecía un eclipse, de tristeza, esa silueta oscura en el piso. Pasó una nube, un sorbo de distracción, pero el eclipse vuelve y se apodera de su mente cuando el sol brilla de nuevo. ¿Qué está pasándome? ¿Será que soy la esclava de un cuento siniestro? ¿O seré un alma en agonía por la desesperanza de no poder cambiar de vida? Una mariposa azul atrae su atención, que lindo sería ser mariposa, pensó. Eso es lo que quiero ser en mi otra vida, una mariposa azul, rebolotear mis alas una y otra vez. Quizo batir sus brazos hacia arriba y hacia abajo, pero la camisa de fuerza se lo impedía, dándose cuenta de que en ese instante no era una linda mariposa, sino más bien la oruga envuelta en ceda blanca. Pronto seré mariposa...