domingo, 16 de mayo de 2010

Jane Doe...

Aquel día desde el balcón vi a aquella joven, radiante aún estando nublado. Nos separaban unos veinte metros de distancia y en el centro nuestras miradas se encontraron. Le sonreí y su boca me correspondió hermosamente.
Continuó con su caminar y sin articular palabras de vista la perdí. Condené a mi timidez por robarme aquel instante pero a mi corazón parecía no molestarle ya que mis pupilas la habían archivado.

Esa noche me fui a la cama a soñar despierto con la cercanía de su piel en mis labios y sus ojos besando mi boca.

Al día siguiente, loco por saber qué tan dulce sonaba su voz, al balcón salí para darme cuenta de que estaba lloviendo. Chica tras chica que pasaba sin ser ella mojaban mis ilusiones como la lluvia a sus respectivas sombrillas.

Juré que ella pasaría por aquella calle de nuevo y que al instante ambas sonrisas se desvanecerían para darle paso a un hola, a un que tal. Mi consuelo no confirmado era pensar que ella también en mí pensaba.

El octavo mes haciendo a diario un nuevo intento por saber de ella, lo declaré el fin. No todo el que persevera triunfa, excepto mi invencible timidez...

Geisel Checo.-
15-May-2010