miércoles, 16 de mayo de 2012

La Hora del Té...


Estaba ya sentado en la mecedora sobre el balcón, con azuquita y galletas por un lado y un periódico vespertino por el otro. El silbido de la tetera anunciaba que el agua estaba lista y que ya era tiempo de incluir los ingredientes del té.

La sirvienta seleccionó cuidadosamente las hierbas y miró el reloj para tomar el tiempo de infusión preciso, ya que para mí, el beber té trasciende el acto en sí.

Los perfumes de las hierbas fueron inundando el lugar y llegaron a mi olfato. Aquel olor se comenzó a mezclar con el de las flores que colgaban de los maceteros y al igual que la canción del Tabaco y Chanel, esa mezcla de olores me recordó el sabor de sus besos, y por supuesto, la silueta de su cuerpo escultural.

Está listo el té señor - dijo María - aquí tiene.
Por enésima vez discúlpame María - le dije - deséchalo y hazme ahora el té de olvidar…
Geisel Checo.-
16-May-2012

viernes, 24 de febrero de 2012

Valioso Cristal

En un mundo en el que en términos coloquiales se le llama Cristal al vidrio, tuve que volverme cristalógrafo en el preciso momento en que encontré aquel Cristal…
Resulta que un vidrio es amorfo en su composición molecular y un Cristal presenta una simetría regular que se produce siguiendo un esquema determinado, en forma y orientación. Así de bello era aquel Cristal, como el mejor conocido de los alótropos del carbono, El Diamante.

Imposible no fijarse y dejarse llevar por aquel Cristal, aun rodeado de vidrio para confundir y así no ser extraído por manos que no valoraran su entera composición y que le dieran un uso comercial y llevarlo solo como prenda.
Por eso lo encapsulé para que con mis conocimientos de cristalografía poder estudiar, contemplar, analizar, investigar, examinar, reflexionar y memorizar cada centímetro de aquel cuerpo de extrema dureza y alta dispersión de la luz.

Invertí incontables días, meses y años a su contemplación que hicieron de aquel Cristal un tesoro preciado para aquellas manos que antes mencioné. Luego de estudiarlo un mundo, lo estudié un poco más, tanto que perdí de vista el objetivo de estudio de mi hallazgo.
Nunca le demostré a aquel Cristal otro afecto más que convertirme en su admirador cuando debí convertirme en Gollum, aquel personaje del Señor de los Anillos que le decía “My Precious” al anillo. Debí sacarlo de aquella cápsula que forjé en mi mente para darle el lustre que merecía, debí pulir sus afiladas líneas para que describieran la manera en que la luz interactuaba sobre si. Debí, debí y debí pero no lo hice y pasó lo que tenía que pasar y en ese instante me convertí en un cristalógrafo inoperante.

Geisel Checo.-
24-Feb-2012