lunes, 17 de mayo de 2021

¡Oh Margot!

 


Me acompañaba al filo de la madrugada una margarita, bueno, en realidad eran dos.
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— Margot, ¿me sirves otra margarita? — pedí como pude con mi lengua estropajosa.
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¿Que qué me contestó? Sin pensarlo dijo «aquí estoy servida» Mordía sus labios mientras desabrochaba el botón de sus vaqueros prelavados de talle bajo, tan bajo que la cremallera no pasaba de cuatro dientes.
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Y así en pelotas se tumbó sobre el tope de la isla de la cocina.
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— La cena está servida — dije yo mientras me acomodaba frente aquella fruta prohibida del paraíso pues estoy convencido de que la manzana nunca lo fue.
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No hay nada que me prenda más que una mujer retorciéndose de placer desde la punta de mi lengua traviesa.
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El puente arqueado de su espalda marcaba el preámbulo de su fuente a chorro.
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Y en un brusco movimiento buscando a tientas de donde agarrarse, derrama su trago de margarita sobre el tope mientras Margarita también se chorreaba sobre este.
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— Joder, ahora caigo en cuenta de que esto es un trío entre margaritas y yo — exclamé mientras me desvestía.
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Sin dejarle respirar me deslicé por el túnel de sus piernas y con cada empuje llegaban a mi oido sus gritos de aprobación, mas no supe si fue la mala idea de batir bruscamente el alcohol en mi estómago o si mi mareo era producto de estar flotando en gozo.
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¿Dije gozo? Creo que me quedo corto. Esto fue astral. Todo daba vueltas cual galaxia en órbita, Margarita incluida, quien apalancada por mi miembro parecía estaba suspendida en voladizo.
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Y al final, pues el fin simultáneo; ni que hubiésemos contado hasta tres para llegar al mismo tiempo.
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Al cabo de un instante lo vi, que ironía. El jarrón de flores sobre el tope contenía margaritas.
No, no era un trío; esto fue una orgía.

Geisel Checo.-
17•may•2021