En un mundo en el
que en términos coloquiales se le llama Cristal al vidrio, tuve que volverme cristalógrafo
en el preciso momento en que encontré aquel Cristal…
Resulta que un
vidrio es amorfo en su composición molecular y un Cristal presenta una
simetría regular que se produce siguiendo un esquema determinado, en forma y
orientación. Así de bello era aquel Cristal, como el mejor conocido de los
alótropos del carbono, El Diamante.
Imposible no
fijarse y dejarse llevar por aquel Cristal, aun rodeado de vidrio para
confundir y así no ser extraído por manos que no valoraran su entera composición
y que le dieran un uso comercial y llevarlo solo como prenda.
Por eso lo encapsulé
para que con mis conocimientos de cristalografía poder estudiar, contemplar,
analizar, investigar, examinar, reflexionar y memorizar cada centímetro de aquel
cuerpo de extrema dureza y alta dispersión de la luz.
Invertí
incontables días, meses y años a su contemplación que hicieron de aquel
Cristal un tesoro preciado para aquellas manos que antes mencioné. Luego de
estudiarlo un mundo, lo estudié un poco más, tanto que perdí de vista el
objetivo de estudio de mi hallazgo.
Nunca le demostré a aquel Cristal otro afecto más que
convertirme en su admirador cuando debí convertirme en Gollum, aquel personaje
del Señor de los Anillos que le decía “My Precious” al anillo. Debí sacarlo de
aquella cápsula que forjé en mi mente para darle el lustre que merecía, debí
pulir sus afiladas líneas para que describieran la manera en que la luz
interactuaba sobre si. Debí, debí y debí pero no lo hice y pasó lo que tenía
que pasar y en ese instante me convertí en un cristalógrafo inoperante.Geisel Checo.-
24-Feb-2012