sábado, 6 de julio de 2013

Amores de Infancia

Art: Precious Moments ©

Así estaban, ella le invitaba a tomar una falsa limonada que había preparado en su juego de cocina, invitación que él aceptaba tirándose del columpio que iba a mediana velocidad ya que en tan solo cuatro minutos había estudiado la velocidad correcta que le permitiera continuar contemplándola sin perderse el ocasional encuentro de miradas. A sus nueve años ya era frío y calculador.

El era un niño muy tímido y ella parecía más despierta. No se conocían, solo coincidieron en el área de juegos de niños en un parque al aire libre. Tenían unos amiguitos en común y por tal razón lograron conocerse ese día.

Ella hablaba un mundo, se reía a carcajadas, bailaba y bebía de su limonada imaginaria; él solo la escuchaba, la contemplaba pero jamás bebía del jugo ya que era muy pulcro y tenía problemas con la falta de higiene. Resulta que en el colegio él ya tenía un amor platónico, no consumado por su timidez, pero ya era sabido por todos de la temprana ocupación de su corazón. Ella en cambio, a sus escasos siete años, era un alma libre.

El día terminó, ambos locamente enamorados, sí enamorados, como se enamoran los niños... ese tipo de atracción inexplicable para sus edades, pero no ajenos al verdadero deseo de sus corazoncitos. Ella recogía su juego de cocina y él hacía rato había cortado una flor para ella, pero por su timidez no se la entregó sino que se la envió con su amigo. Ella sonrió.

Ya para el estío comenzaron a tener encuentros más frecuentes gracias a sus amigos comunes, la ocasional piscina, el cumpleaños de ella, el pijama party y hasta la vez que se vieron en un centro comercial por pura casualidad. Llegó el día del cumpleaños de él sin saber que este sería el día de una estocada al corazón. Su madre había invitado a sus amiguitos para partirle un bizcocho en la casa. En dichas invitaciones la madre había incluído al amor platónico de su hijo y por igual a la niña nueva.

Este día de estar feliz, no lo estaba. Fingió molestia estomacal cada vez que sus padres le preguntaban que si algo andaba mal. A todas estas él solo tuvo ojos para su amor de colegio y no le hizo mucho caso a la amiga que ocupaba sus pensamientos últimamente quien se había enterado que su lindo amigo estaba enamorado de otra niña.

En el próximo encuentro ella, luego de tratarlo con real indiferencia, le entregó una carta en la que le expresaba su disgusto con él y de su falta de amiguismo para con ella aquel día y que era muy obvio que su favorita era la tal Sarah a quien incluso le sirvió una gaseosa.

Herido, destrozado y abatido nunca entendió el porqué el corazón tiene que equivocarse así, no entendió como puede un niño romántico, servicial, caballeroso y complaciente estar en tal estado de ambigüedad. Juró lealtad de por vida a un solo amor, cualquiera que fuere, pero ese solo.

También juró que el tema con esta niña no se quedaba así... le robaría un besito aún esto desencadenara en un bofetada. Claro, para un niño tímido como él, esto le ha tomado 25 años solamente... pero lo logrará...

Geisel Checo.-
06-Jul-2013

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